para Diana,
porque la aburro
Things separate from their stories
have no meaning. They are only shapes.
Cormac McCarthy
Y volvimos cabizbajos y meditabundos, porque la
profecía no quiso cumplirse, y el mundo no terminó pero sí se hizo más grande.
Te acomodaste el pelo y señalaste nuestros pasos por el sendero sin pasto.
Luego ya no dijiste nada más, y caminamos de vuelta a casa en silencio y
pobres, como dos forajidos ocultos toda la noche entre los árboles, ansiosos
por un botín que jamás llegó para repartirse.
Comenzó a llover, y la orilla de tu vestido blanco
contra la tierra suelta, fue volviéndose marrón. Cerca de la casa de los Parham
carretas con familias enteras salían unas detrás de las otras, en línea recta y
sin prisa, mitad quietas mitad en movimiento, sus ocupantes mirando a los lados
fijamente, como si de pronto los costados del camino fueran abismos. Los Ellis
nos pasaron a un lado, y preguntaron si queríamos que nos llevaran, y yo dije
que no, gracias, y tú no dijiste nada.
La lluvia arreció y nos refugiamos debajo de un
ciprés en el terreno del viejo John Grady. La materia haciendo ruido. Su sonido
en el mundo. Un conejo grande y café corrió entre el campo cultivado de
lechugas, como si él también hubiera esperado el fin de los tiempos, y volviera
a su madriguera decepcionado. No dejó de llover y tú ya estabas llorando. Así
llegamos a la casa.
Por la noche la señora Parker vino a buscarte, y yo
las dejé solas y ustedes hablaron en la puerta, y algo dijeron de Miller, y
también dijeron “Dios” y “decepción”, y a mí, de pronto, me parecieron
equivalentes. Esa misma noche te busqué y me rechazaste. No insistí. Te di la
espalda. La lluvia volvió a golpear las ventanas de la cocina, y al poco rato
el frío se escurría por debajo de la puerta.
Las siguientes tres madrugadas la bruma cubriría el
valle, y el caballo de los Parham aparecería muerto bajo el mismo árbol donde
tú y yo nos refugiamos. Tampoco nada de esto tendría una explicación
convincente.