miércoles, agosto 30, 2006

Carta al blog

Has cumplido un año, querido blog, y no he hecho de ti la gran cosa. Comprendo que nuestra relación es como la de un padre con un hijo, y como buen padre que soy te comparo con los demás blogs, y lo hago porque los especialistas recomiendan no hacerlo, pero qué saben ellos de tener un blog. Te miro y los miro, y no eres mejor. Y me gustaría gritarte y señalarte a los demás y exigirte que fueras como ellos, que no fueras tonto ni torpe, ni que llores como niñita, y mandarte al diablo cada vez que quisiera.
Entonces me entra algo así como un amor de padre, y me compadezco de ti, porque estás todo el tiempo a mis expensas. Y para que me perdones pienso en hacerte una fiesta, de esas en las que pasan muchas cosas y todos se divierten. En ese momento me doy cuenta que no he hecho de ti la gran cosa, y recuerdo cómo a otros blogs los visita mucha gente, y les hacen muchos comentarios, y tienen lectores espontáneos y son famosos. A tu fiesta no vendría nadie, o casi nadie, porque estarían pendientes de otros blogs que sí son la gran cosa, como más divertidos, más ocurrentes, y tienen amigos que a su vez tienen amigos y entre todos se quieren.
Quién te quiere a ti no sé, pero a veces yo. No es mucho, pero es algo. Porque a ti nadie te recomienda en ningún lado, ni has hecho amistades con otros blogs al grado de tener chistes locales, visitarse diario y encargarse cosas. Es mi culpa. No es el mundo real y no llegará el día en que te escribas tú solo, en ir por el mundo sin acordarte de mi. Qué le vamos a hacer.
Pero tú eres el blog, blog, como diría Marty McFly, así que en lugar de fiesta salí a buscarte un regalo. Pensé en comprarte unos lápices y un cuaderno, hasta que comprendí que eso era bastante estúpido. En vez de eso te compré un sombrero con luces de colores. Según el vendedor, ya puesto luce así:

Felicidades blog. ¿Cómo? ¿Que te pone triste cumplir años? A mi también.

lunes, agosto 28, 2006

¡Me quiero volver chango!

Uno. Viendo los nuevos anuncios de Axe, recordé la escena de la película aquella en la que un tipo trata de impresionar a una mujer recitándole Táctica y estrategia, de Mario Benedetti. Para su sorpresa, la muchacha lo interrumpe y concluye ella misma el poema. “Yo también he leído a Benedetti”, le dice. Pensé que Axe podría retomar la escena sin mayores complicaciones: llega un tipo con un libro y comienza a leerle a la guapa señorita. Ella, absolutamente seria, lo mira fijamente como diciendo “por favor, vete”. En ese momento la voz en off entra y dice: “Cuesta cien pesos menos que una antología de Benedetti, pero funciona”.

Dos. He reflexionado sobre el libro de Santiago Gamboa, El síndrome de Ulises (Seix Barral, 2005). Parece como si los escritores, en los últimos años del siglo XX y en los que ya se acumulan del XXI, tuvieran la imperiosa necesidad de despojar a la literatura de su pertinente capacidad de fabulación. Peor aún, asumen que las vidas de los estudiantes de literatura aspirantes a escritores son anecdóticamente suficientes como para convertirlas en relatos novelados, y así disfrazar el acontecer cotidiano de un supuesto ejercicio de imaginación.
De la pedantería de la vanguardia se quedan sólo con la pedantería, y la distancia entre autor y obra se socava, arropados en un discurso que puede resumirse en “yo soy mi obra”. De escritura ágil y, por lo mismo, de fácil lectura, El síndrome de Ulises pretende hacernos creer que lo literario es inherente a la vida del escritor. Y entonces la cosa es fácil. Los payasos no montan un show para hacernos reír: creen que la gracia estriba en verlos pintarse la cara frente al espejo de su cuarto.

Tres. Eduardo Milán, poeta uruguayo avecindado en México, puede estar dando su mejor curso hasta ahora en la Universidad del Claustro de Sor Juana. Supuse que mi reencuentro con él sería algo áspero, pero no. En la primera clase quedó zanjado el asunto. Dijo Milán: “porque nos debe quedar claro que no podemos decir cualquier cosa”, y volteó y me miró. Para que me quedara claro, repitió la frase mirándome. Listo. Mi estupidez juvenil parece disculpada.
Después, el anecdotario. Pregunta el poeta con quién leímos a Dante. El grupo responde que con la italiana Paola Leoni. Pregunta el poeta con quién vimos a Jakobson. El grupo responde que con la japonesita Ana Tsutsumi. Al preguntar con quién analizamos Las Meninas de Velázquez, el poeta se adelanta y pregunta divertido si fue con algún neozelandés. Peligrosamente comienzan las referencias a la poesía medieval. Me propongo a mí mismo que si el poeta pregunta con quién leímos a Guido Cavalcanti, yo responderé divertido que con el uruguayo Eduardo Milán. Pero me quedo con mi chiste. Recuerdo las palabras iniciales y me digo: no se puede decir cualquier cosa, Valdés, no se puede decir cualquier cosa. No importa que esta vez sí vengas al caso.

Cuatro. Nuestro clamor favorito de la semana: ¡Por lo que más quieran, dejen ganar al wampa!


martes, agosto 08, 2006

Carta abierta a AMLO

Estimado Andrés Manuel López Obrador.

Los niños del cuadro de honor del sexto año de la escuela primaria “Lucas Alamán”, vemos con preocupación, por lo que solicitamos exámenes de la vista y lentes nuevos a las autoridades competentes. Le informamos además que nos sumamos, nos restamos y nos multiplicamos, y también a veces nos numeramos y hasta nos tomamos distancia. Por ello, nos unimos para afirmar, categóricamente, que:

Wenceslao juega waterpolo

Reiteramos, además, que no hay que hablar con extraños, que debemos lavarnos las manos antes y después de ir al baño y que si nos pica la colita, en una de esas tenemos lombrices.

Atentamente

Pedrito, Perlita, El Chango, y dos firmas más.

jueves, agosto 03, 2006

Los Supersabios

Post suspendido hasta que todos seamos adultos.

O hasta que fráncamente ya no me importe.

Hasta entonces.