jueves, diciembre 01, 2011

La gran decepción millerista, ca. 1843



para Diana,
porque la aburro


Things separate from their stories have no meaning. They are only shapes.
Cormac McCarthy



Y volvimos cabizbajos y meditabundos, porque la profecía no quiso cumplirse, y el mundo no terminó pero sí se hizo más grande. Te acomodaste el pelo y señalaste nuestros pasos por el sendero sin pasto. Luego ya no dijiste nada más, y caminamos de vuelta a casa en silencio y pobres, como dos forajidos ocultos toda la noche entre los árboles, ansiosos por un botín que jamás llegó para repartirse.
  Comenzó a llover, y la orilla de tu vestido blanco contra la tierra suelta, fue volviéndose marrón. Cerca de la casa de los Parham carretas con familias enteras salían unas detrás de las otras, en línea recta y sin prisa, mitad quietas mitad en movimiento, sus ocupantes mirando a los lados fijamente, como si de pronto los costados del camino fueran abismos. Los Ellis nos pasaron a un lado, y preguntaron si queríamos que nos llevaran, y yo dije que no, gracias, y tú no dijiste nada.
  La lluvia arreció y nos refugiamos debajo de un ciprés en el terreno del viejo John Grady. La materia haciendo ruido. Su sonido en el mundo. Un conejo grande y café corrió entre el campo cultivado de lechugas, como si él también hubiera esperado el fin de los tiempos, y volviera a su madriguera decepcionado. No dejó de llover y tú ya estabas llorando. Así llegamos a la casa.
  Por la noche la señora Parker vino a buscarte, y yo las dejé solas y ustedes hablaron en la puerta, y algo dijeron de Miller, y también dijeron “Dios” y “decepción”, y a mí, de pronto, me parecieron equivalentes. Esa misma noche te busqué y me rechazaste. No insistí. Te di la espalda. La lluvia volvió a golpear las ventanas de la cocina, y al poco rato el frío se escurría por debajo de la puerta.
  Las siguientes tres madrugadas la bruma cubriría el valle, y el caballo de los Parham aparecería muerto bajo el mismo árbol donde tú y yo nos refugiamos. Tampoco nada de esto tendría una explicación convincente.



2 comentarios:

Diana dijo...

Jajaja. Ya hasta se me había olvidado que me aburrías. De haber sabido que te lo ibas a tomar tan a pecho te lo decía desde antes.

:)

Diana dijo...

Quizá la solución para que lea tu texto de viejito cochino es que me lo pongas en este espacio. Anda, ¿sí?, ¿o debe mantenerse inédito?