Sabemos, sí, que hay luz.
La combatimos, obstinadamente.
Pedro Salinas
Tu voz
y la lumbre de tu
voz
prenden
silencios.
Hablas
y es un decir la
noche,
una palabra negra
y amarilla
como chispa entre
rescoldos.
Una sílaba
cálida.
Un símbolo quieto.
Vivaqueo sobre tu
pecho
y escucho cómo
late el mundo
allá a lo lejos,
en lo profundo,
en el calor que
se desprende
hacia tu centro,
en tu sol oculto.
No tarda la luz.
Por cuartas irá
midiendo
el jardín de tu
casa,
su rincón
premonitorio,
su fractura, su
cicatriz, su presagio.
Puntual vendrá,
a la orilla de
nuestra estancia,
te arrancará y me
arrancará,
y nos
extinguiremos.
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