lunes, marzo 15, 2010

Telegrama

No en el confín del mundo, no en la puntualidad del hombre doloroso, no bajo las piedras de otros templos. Pero escóndete.

Sí comparsa de Pablo contra los buenos, sí anfitrión en galas de impostores, sí recuerdo malo de un amor perdido. Pero niégalo.

Y si te mordieron y mordiste, si te olvidaron y olvidaste, si crujió bajo tu pie un Durmiente, lloró cuando la penetraste aquella virgen, expusieron tu ingenuidad ciertas cosas que recuerdas siempre que estás solo, sábete: no existe el eco: es tu voz que avanza a tientas entre corazones como muros.

Ahora ven. Háblame a detalle de las mujeres que se durmieron jovencitas, esperando mi duro palpitar entre sus piernas, y despertaron mustias y rancias, casi santas. Imítalas, dime sus nombres, no omitas nada. Es trabajo nuestro el de arreglar algunas cosas.

Siempre tuyo,
el forastero que vive contigo.