jueves, julio 28, 2011

Práctica

La primera vez en intentarlo le resultó un chapuzón de aquellos. La segunda vez fue sólo con el agua hasta los hombros, haciendo bucitos (pues no era cosa de morirse ahogado). Ya más adelante practicando en lo hondo, flotando suavemente y sin ser requerido por nadie, secándose al sol sobre la arena (orilla granulada, mitad yerbajos, mitad guijas del Jordán), pensando o sin pensar, a solas, en silencio. Cuando por fin caminó sobre el agua era ya todo un experto, y al roce de ese líquido oscuro (agitado, frío, en vaivenes) recordó ciertas cosas. Nada que pudiera explicarse justo en ese momento.

jueves, julio 21, 2011

Novena


Pequeños dioses: líbrenme de ella y de su amor de orfanato público, carente de todo y a la espera siempre de algo mejor. Aléjenme de su cariño a cuentagotas, tósigo letal en dosis concentrada para inmortales. Denme luz cuando su Arcadia oscurecida se filtre en mí, con sus raíces negras y su tierra gris como ceniza, con su calor vital como de madriguera.

O vuélvanme un santo varón sordo por si me invoca, por si provoca

en medio del bosque
un incendio gritando un incendio
en medio del bosque,

y me lanza como un anzuelo la letanía que me compusieron en Roma, y quiere que la rescate.

Y por sobre todas las cosas nunca, jamás, ni en esta vida ni en la que me espera, me cumplan algo de aquello que yo les pida. No me pelen, no me hagan caso, no atiendan mis súplicas. Déjenme hablando solo. Abandónenme.

jueves, julio 14, 2011

Talentos


Tú le gustas a los hombres.
Yo escribo.
Los dos tenemos, por así decirlo,
tareas irrenunciables.

jueves, julio 07, 2011

Habitante


Qué triste pronuncian tu nombre las cosas que fueron tuyas. Como si no te conocieran, como si jamás te hubieran visto. Se refieren a ti con un rápido ademán de manos, con un abrupto cambio de tema, con un pasar de hojas descuidado.

Pero bien que te recuerdan, las cosas. Bien que tejen contra ti una trama rigurosa de obviedades, o te guardan a capricho un mal intencionado silencio. Hacen mutis en cierto preciso instante, alaban sin querer otras formas, desean secretamente haber pertenecido a alguien más, para no contemplarme en la rutina estéril de las reconstrucciones.

Sí, quisieran olvidarte de golpe todas las cosas. Quisieran deshacerse de ti, ponerte un alto, un hasta aquí furioso y melancólico, un rebelarse de su monotonía de cosas, las cosas. Yo las dejo que sueñen. Yo las dejo que piensen que eso es posible. Yo las dejo que te llamen en silencio en el frío de la media tarde, a la hora en que nadie las aprecia tanto como tú solías hacerlo.