No sabía que lo recordaba.
Hace mucho tiempo, de niños, jugabamos a construir un fuerte. Luego lo derrumbabamos con nuestros pies, y el pequeño fuerte volvía a su estado natural de arena. A veces lo inundabamos, y los valientes soldados verdes flotaban buscando reagruparse. Hacia calor y vestíamos camisetas blancas, escondidas bajo los manchones de la batalla. Entonces nos llamaban y saliamos corriendo, escondidos del enemigo con olor a sopa y a trastes limpios. Fraguabamos el siguiente escondite, la próxima misión entre los matorrales. Aquel viejo perro tan querido nos ladraba. Eran grandes victorias.
2 comentarios:
"Enemigo con olor a sopa", qué lindo.
No soy enemigo y espero no oler a sopa. Nomas paso a saludar a la casa de mis amigos
Publicar un comentario