miércoles, junio 07, 2006

¿A dónde se fueron todas las carpas?


Si lo posible es posible, entonces no me cabe duda que las carpas, simplemente, le plantaron cara a su destino. ¿Por qué depender para siempre de la gentileza de los extraños, que las alimentaban con galletas de animalitos por simple diversión dominical? Horadaron el piso, gordas y muchas como eran, hasta vislumbrar el camino rumbo al paraíso de las carpas. Ahora o nunca, patria o muerte, venceremos. Una legión que seguramente pasó lista antes de descubrir, en la caída, el pecado de hybris que estaban cometiendo: no basta ser carpa ni ser gorda, para escapar del sino que nos aguarda. No creyeron posible ser juguetes del destino.
Sin embargo las entiendo. Desde el fondo del lago, la mano que alimenta el mundo debe verse rodeada de destellos de luz, como una luminosa manifestación ondulante de un poder lejano e inaccesible. Debe ser angustiante.

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