jueves, agosto 29, 2013

Victoria de Horacio Nelson

El salón iba quedándose vacío
pero el vino
era dulce y abundante y algo
había puesto a la noche sobre aviso.
Eran necesarios los testigos
pero pocos, era necesaria la luz
de los candiles pero tenue,
el aroma inicial de los recibimientos
y la tregua con nosotros mismos
como el amor a las primeras cosas
eran necesarios,
era necesario salir a caminar
en una noche como esa,
brillantes y a la orilla de lo cierto,
misteriosos. 

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