Va diluyéndose el día en el agua negra
de la noche, y la sombra que colgaba de ti
volvió a tu corazón. En la hora más brillante
hay minerales del mismo color que tú,
pero cierro los ojos y en esa tiniebla
estás conmigo también.
Bebemos
de un cuerno hueco, pienso a veces
que de un abrazo puedo romperte,
corre dando tumbos entre la hierba
el sueño impronunciable
de ciertos animales.
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