jueves, junio 21, 2012

Estivales

Dime que no he vivido en vano, que las estrellas
no morirán, que las cosas seguirán tal cual,
que lo visto permanecerá, que no nací para un cambio.

Mark Strand


Habían ocurrido ciertas cosas
milagrosas, las puertas rechinaban
entreabiertas, en el corazón
de la materia ardía infatigable
otro corazón, y a lo mejor de él
provenía esa brisita melosa,
tibia e insistente como un animal
faldero. No éramos ciertos, sudábamos,
casi era verano.
                           A mis brazos dabas
la forma de un merecimiento. Flaca,
cálida por el clima y por las armas
de ciertos días para mí guardados.
La batalla es inminente, decías.
Lo escrito acerca de estos años viene
cumpliéndose sin demora, tomando
su sitio en todo aquello que lo toca:
nunca nada depende de nosotros.
Valle y noche derivaron, de bruces
las sombras se buscaron sus rincones.
Miel y leche brotaron de tus pechos,
y bebí. También el suyo era un sol
en tierra, palpable, dador, paisano,
habitante,
                   y se vaciaba de tiempo. 

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