Es ola blanca la
cama y sobre ella
te agitas. Se han reventado las presas,
del vientre han
quedado vacías. Suena
el escombro o lo
casto, un rumor de
rumores huyendo,
un duro durando.
No sobrevivieron
los puentes, fueron
lo que fueron y
luego nada, contra
ríos dieron. Estruendo de tu cuerpo,
ciudad en una
isla, muro y lindero:
suenas como
suenan todas las casas
invadidas, el
cráter anegado
como el agua en
el cuenco de una mano,
barricada. Así humedeces la tierra;
despeñada, así la
vas dejando.
A rugido de león suena el agua,
a secreto revelado de pronto,
a campana
arrancada de su torre,
al cauce que a ti y a tu centro viene,
a que en breve
todo lo habrás perdido.
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