lunes, diciembre 21, 2009

Albina


1.

Las miraba a detalle, sus pestañas, fijamente o de reojo, cuando no se daba cuenta. Eran castaño claro, daban la impresión de llevar rimel siempre, su tono era un tono que no me parecía posible. Lo mencioné por fin y se rió. No me las pinto, bobo, así son. Tan pronto su misterio me fue revelado –no pude creer, no quise, las toqué: ella guiaba mi mano– yo supe algo del mundo, de sus grados infinitos de bondad, de sus jardines ocultos para lo suave, de sus descampados limpios para lo intacto. Mírame bien, dijo, sus palmas contra las mías, los dedos entrelazados: tantito más y soy albina. Vuelvo a mirarte. Tu tez tan blanca, tu gesto triste y bello; qué pasaba por tu mente cuando me mirabas y yo qué te decía. Olías a tu aroma diario, a uniforme limpio.

La conocí en un viaje a Veracruz. O no: la conocía desde antes, vista a veces, a lo lejos, en el patio de la escuela, pero la primera vez le hablé allá, entre los manglares, y no pasó a mayores. O sí: aquella noche, ya no recuerdo bien por qué, dormimos juntos, y a eso de las cinco de la mañana me despertó con risas y almohadazos, so pretexto de mirar el amanecer. Salimos, ella y yo, y varios más, al jardín. Nunca amaneció. Estuvo nublado todo el día: a oscuras entraba ya un huracán.

Mi conversación de aquella noche fueron ciertas cuitas de amor tontas, que ya he olvidado. Ella me escuchaba entre comprensiva y morbosa, se reía cuando tenía que reírse, exclamaba un “cómo crees” aquí y allá, y por momentos me daba la razón, y por momentos no. Fue entonces cuando las vi, pero no dije nada. Volví a verlas en el desayuno, en el viaje de regreso, en los descansos entre clases. Por qué suceden las cosas, qué fin persiguen, no lo sé, pero aquello, en aquel entonces, pasó así, sucedió asá. Después la vida: sopa de verduras en su casa, estudiar química sin abrir los cuadernos, irme pronto porque su novio no tardaba en llegar.

Las cosas terminan. Inútil mencionarlo. Tiempo después me enteré que había dejado la casa materna, y también a su novio. No volví a verla. Justo ahora pueden ver sus fotos en Facebook. Baila. Mira a la cámara. Esta contenta. Yo, una tarde, la tomé de la mano. Estábamos en el cine: cuando algún destello de luz blanca se apoderaba de la sala, yo volteaba y la miraba, así, iluminada, queriendo encontrar no se qué cosa.

1.a. Li Po:

¿Qué es un misterio? ¿Tiene un centro, acaso? ¿Anida en el corazón, se extiende pulsante y todo lo abarca? O carece de todo –centro, pulso, distancia– y es aún así, y es de todos modos. ¿Sueña? ¿Con qué sueña un misterio? Qué lo contiene. ¿Tiene su propio misterio el misterio? No se lo revela a nadie, nunca nadie llega a saberlo. Una especie en una especie es redundancia, espejo.

1.b. Chang Yü:

El misterio es una roca rodeada de agua y seca por dentro. Brilla en la luz, en la luz se apaga. Sabe a roca sin serlo, es roca sin saberlo. Es inmaterial manifestándose, todo lo cambia sin inmutarse. Es raíz que trashuma, es un árbol en el medio del fuego que no combustiona.

lunes, diciembre 14, 2009

Cacería



Aldo Iván está perdido.
Ha bebido cianuro, ha deshecho el conjuro,
fue a comerse esa tuna, fue a espinarse la mano
y ahora está llora que llora.

Que asiste a las fiestas, me dicen,
sin que nadie lo invite; que las arruina,
me dicen, meándose en las alfombras.

¡Aldo Iván está perdido!
Su barco no llegó nunca, la carta que te mandó
se la perdieron, y el abarroterillo ahora lo busca:
debe la leche, el pan, la mantequilla,
el amor que desde ayer ya ninguna le fía.

Aldo Iván está perdido.
¡Hay que encontrarlo! ¡Hay que darle su medicina!
Está orate, quedó turulato, si no lo amarran
se sale, si te descuidas te muerde,
si estás señorita va y te lo lame.

¡Aldo Iván! ¡Aldo Iván!

Lo buscan en el bosque, lo buscan bajo la cama,
lo buscan los de la rifa:
se ha ganado un banquete, se ha ganado una lana,
le han regalado una estaca
para que tu pálido amor se la clave
esta noche por la espalda.

Aldo Iván está perdido. ¡Dios Bendito!
Está solito en un pueblo que ya nadie conoce,
departe con gente con halitosis,
les cuenta chistes sin actos, sin gracia, y les escupe.

Pronuncia tu nombre, me dicen,
leyéndolo al revés frente al espejo,
y tú no te le apareces, dicen, ni siquiera te asomas.

Y lo increíble:
¡Lo han visto tragando camote!
¡Lo han oído hablando de ti contigo!
¡Lo han citado al Pie de la Letra
y el mamón se pierde o nunca lo encuentran!

¡Aldo Iván! ¡Aldo Iván!
Has buches. Resiste.
Ya sal. El lobo se ha ido.
Ayer lo mataron.
Lo confundieron contigo.