jueves, marzo 15, 2007

En buena hora, Aldo Iván

Querido amigo:
Que no te consuman la ilusión ni su impertinente ánimo de conquistador, que no haga nido en ti la fiebre absurda del amor ni su ternura. Pero si te consumen, si anidan en ti pule tu escudo, alista la espada y combate sin mucho afán su estela de marzo y jacarandas. Que no surquen tu frente deseos de emperador, que dominar al hombre sea siempre dolor y pobreza. Pero si surcan y no duele pon bajo tu lengua cianuro, huye, quema tu corazón en el fuego que a los mapas ha de devorar. Procura ir por el mundo sin esperar nada a cambio, cuida que no levanten de ti ni bustos ni memoriales. Pero si esperas que sea entonces la hora de tu enemigo, y si los levantan que sea por error sobre el mar, en el vacío de los cajones. Que no te derroten nunca, que el brazo triunfal que se eleve no sea el de tu retador. Pero si te derrotan, si aquel brazo se eleva di que tu mujer es más linda, que fundaste imperio en amores clandestinos, que nada azaroso te es ajeno. Que estás intacto.
Y si en Emel fuiste esclavo y en Cinco de Mayo pidieron tu cabeza por amor, si en los mares del Norte descubriste la tibieza y lo fugaz, si en las rutas de Oriente inventaste el truco de volar, el compuesto químico que anula la conspiración, celébralo.
Siempre tuyo,
Valdés Espinosa.

8 comentarios:

Mario dijo...

Un decálogo prescribe que olvides tan pronto tu victoria como tu derrota. Cierto es que las derrotas son más dificiles de olvidar, sin embargo, siempre dejan alguna lección.
Peléa muchas y más batallas, a fin de cuentas, se te olvidará el resultado.

Anónimo dijo...

siempre el apellido trae demandas y consignas, amigos y enemigos, victorias y derrotas, batallas y batallas, pero el monólogo lo hace uno.

Aldo Iván Espinosa dijo...

Hermanos:
Si la maquinaria del azar se detuviera y perdiéramos los caminos abiertos, o las horas entrañables, o la invisible precisión del destino, nada podríamos contra la carencia de ilusión que tienen las certezas científicas. Contra toda lógica hemos amado, hemos perdido y ganado, hemos dado media vuelta cuando la guerra se resolvía a nuestro favor. Contra toda lógica, que es ir por el mundo como un mago sin trucos, hemos cantado, soñado y sobrevivido.
He visto al azar operar en circunstancias maravillosas, cederme la peor parte cuando su fortuna no es para mí, no borrar mi nombre de su lista de espera de milagros. No hay nada más concreto que el azar, aunque no tenga para demostrarlo sino el aroma de los bosques de Sherwood, un arco, unas flechas, y el cuerpo tibio de Marian frente a las murallas de Jericó.
Los quiere,
Valdés Espinosa.

Marcello Rubini dijo...

Decía la visión de un teólogo danés, bastante buen filósofo, por cierto, que cuando más ciertos estamos de nuestras vidas, más engañados vivimos. La fe es la única vía hacia la experiencia más auténtica de la existencia. La fe es la renuncia hacia el absurdo. Deja de preocuparte por tu vida, nada puedes controlar en ella ya que de nada puedes estar completamente seguro ni cierto (aun si esto le molesta a la ciencia) y sólo te producirá sentir angustia.

La renuncia que implica la fe nos hará más libres cuanto menos atados nos tiene a nuestros propios pensamientos de nosotros mismos y nuestras preocupaciones. El absurdo, creer ciegamente en que todo tiene un por qué y un para qué predeterminado por un ser omnisciente y supremo. La clave está en que nos da sentido.

La vuelta de tuerca viene cuando uno decide mandar al diablo a Kierkegaard y él puede sonreir irónico y decirnos como un susurro en nuestra cabeza:

- De acuerdo, no me creas. Síguete angustiando sin sentido.

Anónimo dijo...

me parece que se busca el sentido de la vida fuera de uno mismo, y es ese momento en el que empezamos a mentir sobre nuestras grandes razones y justificaciones de nuestros actos.

el azar es ajeno a nosotros y sin embargo buscamos la manera de formar parte de su plan.

Aldo Iván Espinosa dijo...

Marcello:

Para ti estas palabras de Luis Cernuda, que sólo hasta la edad que tengo ahora he podido comprender y disfrutar:

Dejad que el ambicioso con sus torres alzadas oscurezca
la tierra;
Pasto serán del huracán, con polvo y sombra
confundiéndolas.
Dejad que el lujurioso bese y muerda, espasmo tras
espasmo;
Allá en lo hondo siente la indiferencia virgen de los
huesos castrados.
¿Por qué os doléis, oh reyes, del poder y la dicha que
atrás quedan?
Aunque mi vida es vieja no vive en el pasado, sino espera;
Espera los momentos más dulces, cuando al alma regale
La gracia, y el cuerpo sea al fin risueño, hermoso
e ignorante.
Abandonad el oro y los perfumes, que el oro pesa y los
aromas aniquilan.
Adonde brilla desnuda la verdad nada se necesita.

La adoración de los magos.(Fragmento)

Un abrazo muy fuerte,
Valdés Espinosa.

Aldo Iván Espinosa dijo...

Javier:
Puedo explicar mis actos con la certeza del hombre libre que se responsabiliza de sus decisiones. Mirar en las cosas su nítida detención de ser cosas y descubrir, si es que la invoco, su falsa espera de motivos y circunstancias. ¿Pero es suficiente mi condición humana para negar una razón profunda y misteriosa que opere en mí sin que yo la conozca ni la consienta? ¿Es mi diario contacto con el mundo tan racional que en la cadena consecutiva de acciones y reacciones puedo distinguir, inequívoco, mi futuro?
Me viene a la memoria la historia de un querido amigo mío que huyó de la concupiscencia del mundo, de su banalidad y su deseo, y en esa marcha forzada contra su esencia de hombre encontró, por fin, el amor. Contra toda lógica se casa, en un par de meses, en Italia.
La historia me parece tan bella que algún día la contaré. Por el momento, hermano, apelo a un azar de cartas marcadas: invito al juego a Dostoyevski. En Humillados y ofendidos, la voz narrativa dice lo siguiente: “No soy ningún místico: no creo en corazonadas ni en presentimientos y, sin embargo, me han sucedido cosas muy dificultosas de explicar por fenómenos conocidos y naturales”.
Cederé en algo: hay azares que sólo son azares. Pero si aceptamos que hay azares con un plan, es imposible entonces que esos azares nos sean ajenos.

En pleno disfrute de sus azares, te quiere
Valdés Espinosa

Aldo Iván Espinosa dijo...

Posdata.

Javier:
Mira tú si no hay gatos encerrados en la vieja casona de los azares. Hoy, hojeando descuidadamente a Cortázar, me encuentro con esto: “Insisto en desconfiar de la causalidad, esa fachada de un establishment ontológico que se obstina en mantener cerradas las puertas de las más vertiginosas aventuras humanas”.
Yo, por mi parte, insisto en confiarme de Cortázar.

Te quiere,
Valdés Espinosa