Hablar de los muertos es hablar de uno mismo, de las cosas que nos pasaron cuando éramos niños, de un corazón entre las sábanas que era como una isla, tibia y sola como una hermana coronada y roja. Como granada.
Hablar de esos años es ganarle a la ausencia en partido arreglado, los idos uno Iván cero, es mirarle los hilos a la gracia, espiar al mago entre la gente o saber que a la larga ella terminaría largándose.
Hablar de la víspera es contar las mañanas con los dedos, mirar como mira la alegría un ciego, soñar la caricia dura del homicida y su patente de corso contra tu ternura. Es dar un golpe y salir corriendo, en pie de lucha un botín de luz. Una ilusión.
Pero en tu casa buscaré la condición del azar, el estanque del maharajá, la maldad que te di. La canción de Goliat.
Hablar de esos años es ganarle a la ausencia en partido arreglado, los idos uno Iván cero, es mirarle los hilos a la gracia, espiar al mago entre la gente o saber que a la larga ella terminaría largándose.
Hablar de la víspera es contar las mañanas con los dedos, mirar como mira la alegría un ciego, soñar la caricia dura del homicida y su patente de corso contra tu ternura. Es dar un golpe y salir corriendo, en pie de lucha un botín de luz. Una ilusión.
Pero en tu casa buscaré la condición del azar, el estanque del maharajá, la maldad que te di. La canción de Goliat.
1 comentario:
Ah, yo conozco al Maharajá de Pokahú... no sé si se escriba así, pero es muy importante.
"Tú dices cuentas de vidrio, yo digo rubíes".
=)
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