viernes, enero 06, 2006

A Cabina, en sus tres años

Los adultos nos llaman flojos.

Pero nosotros conocemos el trabajo y permanecemos despiertos hasta el amanecer, laborando en el gran campo azulado para que no falte nunca el jardín del sol por encima de los jardínes de los hombres.

Nosotros, aunque nos llamen perezosos, conocemos el trabajo arduo, sabemos qué significa arar, desde el principio, el más grande de los campos que día a día cubren las ortigas.

Nosotros sabemos cuánto se cansaron las doradas manitas de los rayos de luz para construir estas alegres ciudades de flores con abiertos balcones de rosas y altos campanarios de lirios.

Los demás únicamente ven los rayos y las flores.

No saben nada acerca de nuestra fatiga y de nuestras lágrimas.


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Tomado de Ritsos, Yannis, Sueño de un mediodía de verano, trad. Selma Ancira, FCE, México, 2005, pp. 42-43.

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