jueves, marzo 12, 2015

Faquir

No sabía del veneno aunque debí sospecharlo
porque no estaban ni los criados ni los perros
y con cada trago me mirabas alacrán, luz mala,
como de incendio. El antídoto brillaba esmeraldado
en tu otra casa, estival y galáctica en el comedor
me escuchabas como no me habías escuchado nunca.
Yo te hablaba de los hombres que anhelan
en secreto la revancha, y debí parecerte de pronto
un tipo duro, frío catador de reyes preguntando,
muy así como quien no quiere la cosa,
el año de su trago amargo.
                     Un ritual copto para tu boda querías,
un banquete de esmedregales, y luego un baile, y de postre
el ascua dulce de un cañaveral segado a fuego.
Yo a todo te dije que sí, que ya pronto, que después. 

jueves, marzo 05, 2015

Contrahechura

Dios guarde la hora intacta, un tigre de circo
suspendido en su salto, un último bocado sin dueño,
una empresa varada. No vuelva la hora de donde vino
ni alcance nunca el círculo en el mapa, sin cambiar
y sin morirse, fija siempre, como la voluntad del millonario:
intacta. Curada de espanto en un capelo de amatista,
en el maletín del dinamitero, en el piafar de los caballos
cuando nadie está para mirarlos. En el núcleo del incendio
intacta, en la adivinanza irresoluble intacta, húmeda
pero intacta debajo de las faldas de las vírgenes,
en la bóveda de los tesoros, en la casa demolida
y vuelta a levantar en sueños del gemelo poseído.
Que no duremos ni tú ni yo sino la hora, ¿ya lo dije?
intacta. Que no se la coman la culpa ni la envidia
ni la maten por su oro, que no pueda con ella
el ronroneo zalamero de una nueva hora intacta.