miércoles, febrero 28, 2007

De la primera carta del apóstol san Pablo a los corintios

Hermanos: Aunque yo tuviera el don de la profecía y penetrara todos los misterios, aunque yo poseyera en grado sublime el don de ciencia y mi fe fuera tan grande como para cambiar de sitio las montañas, si no tengo amor, nada soy. Aunque yo repartiera en limosna todos mis bienes y aunque me dejara quemar vivo, si no tengo amor, de nada me sirve.
12, 31-13,13

7 comentarios:

Mario dijo...

Amor, amor, amor... amor, amor amor...
Y así sigue esa bonita cumbia.

Aldo Iván Espinosa dijo...

amor.
(Del lat. amor, -ōris).
1. m. Sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser.
2. m. Sentimiento hacia otra persona que naturalmente nos atrae y que, procurando reciprocidad en el deseo de unión, nos completa, alegra y da energía para convivir, comunicarnos y crear.
3. m. Sentimiento de afecto, inclinación y entrega a alguien o algo.

Cuentan que cuando un aprendiz entrado en años logra por fin deshacer el nudo, o alcanza la orilla, o devora sin demora el fuego, noches después se despierta envuelto en un sopor que ya nunca habrá de dejarlo. William S. Morris, viejo investigador de estos fenómenos, ha recogido numerosos testimonios de tales noches y en todos ellos, invariablemente, aparece un abismo: llegan a él y lo miran desde el borde, o levantan la vista y se descubren a mitad de una oscuridad que todo lo envuelve. “La intensidad de la búsqueda, el evento como imposible, la tensión, parecen recompensarse con un estado de somnolencia persistente”, explica Morris mientras un trago tibio y largo de infusión le pasa por la garganta. “No es factor importante la edad para el hombre abismado. Es un error grave que Kuliov e Insaurralde se han encargado de justificar en todas sus investigaciones. Yo he descubierto, en cambio, que lo importante es el abismo. En Ciudad de México, por ejemplo, el doctor Santillana ha encontrado los mismos síntomas y los mismos antecedentes. Pero sus sujetos de investigación no son viejos aprendices, sino gente enamorada. ¡Gente enamorada! ¡Cuánta inexactitud! Yo prefiero la vaguedad del abismo a la inexactitud de un día en una feria o una luna mirada en silencio. Esos otros aprendices.”

Anónimo dijo...

cuando uno está a la orilla del abismo piensa más de dos veces si aventarse o seguir. por qué será?

Aldo Iván Espinosa dijo...

abismo.
(Quizá del lat. vulg. *abyssimus, der. de abyssus, y este del gr. ἄβυσσος, sin fondo).
1. m. Profundidad grande, imponente y peligrosa, como la de los mares, la de un tajo, la de una sima, etc. U. t. en sent. fig. Se sumió en el abismo de la desesperación.
2. m. infierno (‖ lugar de castigo eterno).
3. m. Cosa inmensa, insondable o incomprensible.

¿Hace cuánto tiempo -mundo arrojado a su destrucción- que no se escucha que alguien, quien sea, se sumió en el abismo del amor?
Porque si rodeo el abismo y no sobrevivo, ¿qué caso tuvo entonces no arrojarme de bruces, salvar el pellejo, volver a casa y mirar por la ventana?
Insondables el mar, el abismo y el corazón de una mujer.Tal vez.

Anónimo dijo...

"salvar el pellejo", qué lugar común tan necesario.

Anónimo dijo...

César, con mayúscula.

Aldo Iván Espinosa dijo...

lugar.(De logar).
1. m. Espacio ocupado o que puede ser ocupado por un cuerpo cualquiera.
~ común.
1. m. Principio general de que se saca la prueba para el argumento en el discurso.
2. m. Expresión trivial, o ya muy empleada en caso análogo.

No hay otra cosa que salvar sino el corazón, el amor, el azar que nos coloca en este camino y no en otro. ¿O es que tiene alguna gracia la seguridad de lo cotidiano? ¿No es acaso preciso alimentarnos de amor, y no sólo del pan que nuestro carcelero nos da?
Hay lugares comunes que además son tristes.

Hoy. Esta tarde. Una lluvia pertinaz. Cuánto lugar común cabe en una lluvia pertinaz.