Mis recuerdos cumplieron años. Caminé las calles que caminé, fui a los lugares a los que fui, estuve donde alguna vez ya estuve, como quien anda un camino tantas veces recorrido. Un tour por la memoria y el espíritu, antes de que desaparezcan como ya lo han hecho los lugares de mi infancia.
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Siempre llego tarde. Mis personajes no. Ellos viven la vida que no tengo. Pero un día un personaje, llamado Aldo Iván, llegará tarde a todos los lugares que tenga que ir, y llegará sólo para escuchar: lo sentimos, perdiste; se fueron sin ti; ella se cansó de esperar y se fue. Aquellos que lean el cuento –que se llamará, propongo, Iván en punto-, llegarán a la conclusión de que no, que el personaje jamás llegó tarde. Fue puntual en alcanzar su derrota, como todos los demás. Y cuánta razón tendrán.
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ausencias de relámpago que iluminan, así volverás y volveré
como señal de victoria al reino, una ciudad sin las murallas
que el viejo abad levantó como íntimo tesoro que antaño no me fue dado asaltar.
(Por colores, o todo seguido, como se quiera leer).