Has cumplido un año, querido blog, y no he hecho de ti la gran cosa. Comprendo que nuestra relación es como la de un padre con un hijo, y como buen padre que soy te comparo con los demás blogs, y lo hago porque los especialistas recomiendan no hacerlo, pero qué saben ellos de tener un blog. Te miro y los miro, y no eres mejor. Y me gustaría gritarte y señalarte a los demás y exigirte que fueras como ellos, que no fueras tonto ni torpe, ni que llores como niñita, y mandarte al diablo cada vez que quisiera.
Entonces me entra algo así como un amor de padre, y me compadezco de ti, porque estás todo el tiempo a mis expensas. Y para que me perdones pienso en hacerte una fiesta, de esas en las que pasan muchas cosas y todos se divierten. En ese momento me doy cuenta que no he hecho de ti la gran cosa, y recuerdo cómo a otros blogs los visita mucha gente, y les hacen muchos comentarios, y tienen lectores espontáneos y son famosos. A tu fiesta no vendría nadie, o casi nadie, porque estarían pendientes de otros blogs que sí son la gran cosa, como más divertidos, más ocurrentes, y tienen amigos que a su vez tienen amigos y entre todos se quieren.
Quién te quiere a ti no sé, pero a veces yo. No es mucho, pero es algo. Porque a ti nadie te recomienda en ningún lado, ni has hecho amistades con otros blogs al grado de tener chistes locales, visitarse diario y encargarse cosas. Es mi culpa. No es el mundo real y no llegará el día en que te escribas tú solo, en ir por el mundo sin acordarte de mi. Qué le vamos a hacer.
Entonces me entra algo así como un amor de padre, y me compadezco de ti, porque estás todo el tiempo a mis expensas. Y para que me perdones pienso en hacerte una fiesta, de esas en las que pasan muchas cosas y todos se divierten. En ese momento me doy cuenta que no he hecho de ti la gran cosa, y recuerdo cómo a otros blogs los visita mucha gente, y les hacen muchos comentarios, y tienen lectores espontáneos y son famosos. A tu fiesta no vendría nadie, o casi nadie, porque estarían pendientes de otros blogs que sí son la gran cosa, como más divertidos, más ocurrentes, y tienen amigos que a su vez tienen amigos y entre todos se quieren.
Quién te quiere a ti no sé, pero a veces yo. No es mucho, pero es algo. Porque a ti nadie te recomienda en ningún lado, ni has hecho amistades con otros blogs al grado de tener chistes locales, visitarse diario y encargarse cosas. Es mi culpa. No es el mundo real y no llegará el día en que te escribas tú solo, en ir por el mundo sin acordarte de mi. Qué le vamos a hacer.
Pero tú eres el blog, blog, como diría Marty McFly, así que en lugar de fiesta salí a buscarte un regalo. Pensé en comprarte unos lápices y un cuaderno, hasta que comprendí que eso era bastante estúpido. En vez de eso te compré un sombrero con luces de colores. Según el vendedor, ya puesto luce así:
Felicidades blog. ¿Cómo? ¿Que te pone triste cumplir años? A mi también.
5 comentarios:
¡Felicidades! Por lo menos para mi, es parada obligada en la-super-carretera-de-la-infromación.
Somos del club de los menos, pero de los que se divierten más. ¿A poco no?
Gracias por pasar a visitar, mi hermano.
Yo sí vine a la fiesta del blog. Bloggito chiquito de un año, al que se le felicita por cumplirlo casi a tiempo.
Yo lo leo con regularidad, ¿no cuento?
Y está linkeado en el mío. Son chiles tu blog y mi blog.
Ay, quiero ver volver al futuro, quiero un Delorian, o como chingados se escriba.
Felicidades, blog.
Oh, muchas felicidades al compañero blog... (Cuando menos tu no lo pierdes lo que te hace un mejor padre)
Eso es todavía peor, querido Nahual. Una cosa es no quererlo, y otra cosa perderlo.
Los blogs tienen su coraconcito.
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