Que cuando me miren pasar digan: “ah, el astuto”. Que cuando sepan de mi gloria dejen su mesa y vayan y me abracen. Que mi enemigo lea de mí y me perdone, que los barcos regresen la noche previa a mi funeral. Que tengan guirnaldas las mujeres jóvenes que correrán a mi encuentro, que guarden su primera esperanza para mí. Que mis esclavos digan “fue un buen amo”, que mis amos digan “fue el mejor esclavo”. Que crean que soy un gran hombre y que sea cierto, aunque ciertas niñas del valle guarden cartas que no respondí. Que me aplaudan y me apene; que sea mi adversario, y no el tiempo, el que me de la razón. Que tu rostro se ilumine cuando me mire.
1 comentario:
Comparto con Vuestra Excelencia el íntimo anhelo mío de que el vuestro aniversario haya de maravillas estado colmado. Más impetuoso aún es el mi deseo de ver cristalizadas las ambiciones que en la presente comunicación ha con virtuoso estilo expresado a los cada vez más copiosos lectores de la bitácora que ahora nos procura encuentro.
¡Enhorabuena por la pericia, por la agudeza en la expresión, tan siempre atinada cuando a vuestro servicio! ¡Tal, al juicio mío, pondrálo frente al compañero o al adversario, como el astuto que V.E. empéñase en ser, y es!
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