Entonces me entra algo así como un amor de padre, y me compadezco de ti, porque estás todo el tiempo a mis expensas. Y para que me perdones pienso en hacerte una fiesta, de esas en las que pasan muchas cosas y todos se divierten. En ese momento me doy cuenta que no he hecho de ti la gran cosa, y recuerdo cómo a otros blogs los visita mucha gente, y les hacen muchos comentarios, y tienen lectores espontáneos y son famosos. A tu fiesta no vendría nadie, o casi nadie, porque estarían pendientes de otros blogs que sí son la gran cosa, como más divertidos, más ocurrentes, y tienen amigos que a su vez tienen amigos y entre todos se quieren.
Quién te quiere a ti no sé, pero a veces yo. No es mucho, pero es algo. Porque a ti nadie te recomienda en ningún lado, ni has hecho amistades con otros blogs al grado de tener chistes locales, visitarse diario y encargarse cosas. Es mi culpa. No es el mundo real y no llegará el día en que te escribas tú solo, en ir por el mundo sin acordarte de mi. Qué le vamos a hacer.
Felicidades blog. ¿Cómo? ¿Que te pone triste cumplir años? A mi también.