lunes, marzo 27, 2006

¿Listo, Kelvin?*

1921 - 2006

-Listo, Moddard - respondí.
-No te preocupes por nada -dijo Moddard -. La Estación te recogerá en vuelo. ¡Buen viaje!

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*Último díalogo entre Chris Kelvin y Moddard, antes que el primero emprenda su viaje hacia la estación espacial estacionada en Solaris. En Lem, Stanislav, Solaris, Minotauro, España, 2000.

La redención imposible


Stanislav Lem “colaboró” con nosotros en mi primer número como director de Mediaciones. Yo escribí acerca de Solaris, y él ilustró los interiores. Jamás lo supo. Aquí uno de los dibujos que ilustraron el número:

Stanislav Lem, La curvatura del tiempo.

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Después de todo, Chris Kelvin sale a conocer el mar de Solaris. En una de las formaciones plasmáticas que se erigen sobre él, Kelvin logra ver una ciudad en ruinas, o algo muy similar a una ciudad en ruinas. Así la describe Lem: "Creí ver las ruinas de una ciudad arcaica, una ciudad marroquí, desquiciada por un terremoto o algún otro cataclismo. Divisé una intrincada red de callejuelas sinuosas, obstruidas por escombros, callejones que descendían bruscamente hacia la orilla bañada de espumas vistosas; más lejos, se perfilaban almenas intactas, bastiones de contrafuertes desconchados; en los muros combados, derruidos, había orificios negros, vestigios de ventanas o troneras. Toda esta ciudad flotante, peligrosamente inclinada hacia un lado, como un navío a punto de zozobrar, se deslizaba a la deriva, girando lentamente sobre sí misma".
La escritura del pasaje es muy similar a la prosa de Borges, de quien Lem fue atento lector. Por ello recupero aquí las palabras que, siendo originalmente para Tadeo Isidoro Cruz, bien pueden resumir el conflicto emocional de la novela de Lem: "Cualquier destino, por largo y complicado que sea, consta en realidad de un solo momento: el momento en que el hombre sabe para siempre quién es".
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La maquina de Trul habla de un robot que no conforme con no poder sumar, se vuelve un tirano. Con el paso del tiempo -leí el cuento en preparatoria-, he llegado a pensar que el problema no era el robot sino su tiranía. Por eso le dedico esta tira de Liniers a Lem, esperando que le haga gracia donde quiera que esté:

(¿Más de Liniers? Visite Cajón Desastre)

miércoles, marzo 15, 2006

Happy birthday, Mr. Ivan

Que cuando me miren pasar digan: “ah, el astuto”. Que cuando sepan de mi gloria dejen su mesa y vayan y me abracen. Que mi enemigo lea de mí y me perdone, que los barcos regresen la noche previa a mi funeral. Que tengan guirnaldas las mujeres jóvenes que correrán a mi encuentro, que guarden su primera esperanza para mí. Que mis esclavos digan “fue un buen amo”, que mis amos digan “fue el mejor esclavo”. Que crean que soy un gran hombre y que sea cierto, aunque ciertas niñas del valle guarden cartas que no respondí. Que me aplaudan y me apene; que sea mi adversario, y no el tiempo, el que me de la razón. Que tu rostro se ilumine cuando me mire.

viernes, marzo 10, 2006

Vagamundo

Al diablo lo delatan sus pies, su olor a azufre, su belleza y su soledad. En ese orden. Así lo demuestran los distintos testimonios que dan cuenta de su existencia: la mujer que lo encontró en el elevador a solas, el hombre que durmió con él, la pata de cabra en el retrovisor del joven taxista. También el asesinato irresuelto, la aliteración en la vanguardia, las mujeres pelirrojas. Si usted llegara a encontrarlo, no dude en reportarlo. A usted lo delatarán su amor propio, su egoísmo, su deseo de riqueza y su poco amor al prójimo. Nunca en ese orden.

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¿Le gusta a usted el amanecer? Lea esto:
EL AMANECER
¿Le gustó? Vuelva a leerlo.

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Los viajeros en el tiempo volvemos con las manos heladas y el pelo blanquecino. Guardamos cierto olor que el jabón perfumado no logra ocultar –el neutro lo fija y nos mancha la ropa –. Dormimos en galpones, entre la paja, en los aposentos de Luis XVI. Abandonamos todo lo que llevamos en los bolsillos antes de regresar a casa –la carta hallada a Malmenor fue enviada a Consejo y se le ordenó nunca más volver a viajar-, por miedo a olvidar quiénes somos en realidad. No hay listones en los árboles ni bienvenidas. Sólo volvemos y esperamos. Querríamos quitar el vapor del espejo y mirar. No querríamos quitar el vapor del espejo y mirar.
Hoy, que persigo a Malmenor –“soy un fugitivo temporal”, escribió en las paredes del Consejo -, que he recibido la orden de capturarlo vivo, de ir a donde él vaya, recuerdo que no llegaré a cenar. Los viajeros en el tiempo carecemos de puntualidad.